! Misterio !

En la madrugada del 27 de noviembre de 1992 una familia llama a la Policía Nacional alegando que los crucifijos de la casa se movían sin control y que una enorme figura les vigilaba desde el pasillo. Cuando los agentes se personaron en el piso, en el número 8 de la calle Luis Marín de Madrid, muy cerca del metro Alto del Arenal, el padre de Estefanía esperaba en la calle a en medio de una noche helada. El Inspector jefe José Pedro Negri y otros tres policías entran en la casa y confirmarán, en parte, una situación “extraña y misteriosa” que dejarían registrado en el célebre expediente. En realidad, ese sería solamente uno de los problemas iniciales de la familia Gutiérrez. Los sucesos paranormales, supuestamente, siguieron posteriormente y ya fueron pasto de programas de parasicología de la época, con especímenes como Tristanbraker llevando el timón de todo el sustrato de temor a lo desconocido. Pero lo cierto es que el caso, por una cuestión u otra, era considerado plausible, e incluso llegó a aparecer en los telediarios nacionales.


 
Entre los años 1961 y 1965 en San Sebastián de Garabandal (Cantabria, España), cuatro niñas – Conchita, Jacinta, Mari Loli y Maricruz-, dicen haber recibido apariciones de San Miguel Arcángel y de la Virgen María. Las supuestas apariciones atrajeron a multitudes y, al igual que otros fenómenos similares, hasta el día de hoy son un lugar de peregrinación para muchos católicos y ha generado tanto positivos frutos de conversiones religiosas, como también algunos fanatismos.


Las experiencias se dieron en medio de hechos extraordinarios, como la insensibilidad de los ojos a los flashes de las cámaras fotográficas, caminatas hacia atrás a gran velocidad sin mirar el trayecto, caídas repentinas de espaldas sin sufrir ningún daño, curaciones inexplicables y otros fenómenos fuera de lo normal.

Los mensajes se centraron en la importancia de hacer sacrificios y en la advertencia de que si no hay una conversión del mundo, vendrá un castigo muy grande. También con gran preocupación por la corrupción en la Iglesia y la falta de devoción eucarística, siempre enfatizaron la cercanía de un gran castigo si no se opera un cambio.


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José Pancho y la monja con patas de cabra.
José Pancho Campo, un lugar, la localidad cacereña de Garganta la Olla, y una fecha, 1948 .
José era un agricultor y ganadero de casi sesenta años. Era considerado por sus convecinos como honrado, trabajador y poco dado a huir de situaciones difíciles. Aquella tarde se encontraba al cuidado de su rebaño de cabras. Se acercaba la noche y había decidido protegerse del frío y la lluvia encendiendo una hoguera dentro de una choza. Entonces escuchó una voz que desde el exterior pedía refugio. José no dudó en abrir la puerta para que aquella persona, que parecía mujer por el tono de su voz, pudiera protegerse de aquella noche desapacible.

La mujer, o lo que fuera, se parecía a una monja; completamente vestida de negro, de baja estatura y con la cabeza cubierta. Si su aspecto no era tranquilizador, su comportamiento aún lo era menos, pues no mediaba palabra. A pesar de ello, José la invitó a que se calentara con el fuego. Fue entonces cuando nuestro protagonista quedó horrorizado, pues al acercarse a la lumbre para reavivarla, el resplandor le mostró que la mujer... !tenía patas de cabra! El curtido pastor se encomendó a Dios gritando: "¡Jesús!" Esto, al parecer, fue lo que provocó la huida de aquella horrible visita.
Desde aquel fatídico día José Pancho Campo cayó enfermo, y postrado en la cama cubierto por unas cuantas cruces deliraba sobre aquel suceso;-Él ha venido a por mí, el demonio se me ha aparecido, quería llevarme con él-....

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La Santa Compaña.

Aunque el aspecto de la Santa Compaña varía según la tradición de diferentes zonas, la más extendida es la formada por una comitiva de almas en pena, vestidos con túnicas negras con capucha que vagan durante la noche. Esta procesión fantasmal forma dos hileras las cuales van envueltas en sudarios y con los pies descalzos. Cada fantasma lleva una vela encendida y su paso deja un olor a cera o incienso en el aire. Al frente de esta compañía fantasmal se encuentra un espectro mayor llamado Estadea. Además de estas visiones hay otras leyendas que dicen que se nota un frío intenso siempre que aparece, además del olor y el sonido de cadenas. Además también se dice que los fantasmas son como una niebla.La procesión va encabezada por un vivo (mortal) portando una cruz y un caldero de agua bendita seguido por las ánimas con velas encendidas, no siempre visibles, notándose su presencia en el olor a cera y el viento que se levanta a su paso.
Esta persona viva que precede a la procesión puede ser hombre o mujer, dependiendo de si el patrón de la parroquia es un santo o una santa. También se cree que quien realiza esa "función" no recuerda durante el día lo ocurrido en el transcurso de la noche, únicamente se podrá reconocer a las personas penadas con este castigo por su extremada delgadez y palidez. Cada noche su luz será más intensa y cada día su palidez irá en aumento. No les permiten descansar ninguna noche, por lo que su salud se va debilitando hasta enfermar sin que nadie sepa las causas de tan misterioso mal. Condenados a vagar noche tras noche hasta que mueran u otro incauto sea sorprendido (al cual el que encabeza la procesión le deberá pasar la cruz que porta).
Caminan emitiendo rezos (casi siempre un rosario) cánticos fúnebres y tocando una pequeña campanilla.
A su paso, cesan previamente todos los ruidos de los animales en el bosque. Los perros anuncian la llegada de la Santa Compaña aullando de forma desmedida, los gatos huyen despavoridos y realmente asustados.

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Conocida también como Huespeda, Estadea, Compaña o Genti de Muerti, la Santa Compaña, su proveniencia está arraigada a las leyendas europeas pertenecientes a la Edad Media. En ellas se menciona la aparición de un grupo de muertos o almas perdidas ataviados con ropajes de explorador, a lomos de caballos y acompañados por perros rastreadores. Al igual que la Procesión de Almas, su acto de presencia era sinónimo de tragedias, tal y como indicaron varios autores a lo largo de los siglos XI y XII en sus escritos.

Lejos de ser un desfile de ánimas, la Santa Compaña conlleva un significado, un mensaje que debe ser entendido por aquellos que, por desgracia, tienen la “fortuna” de cruzarse con la Procesión. Aunque las personas que han sido testigo de su aparición abundan, la leyenda por todos conocida destaca por el cómo y el qué, siendo éstas las principales características responsables de insuflar respeto ante la sóla idea de cruzarnos con el desfile de espectros.

La Santa Compaña aparece encabezada por una persona viva, un mortal que en sus manos lleva desde una cruz, pasando por un caldero con agua según algunos testigos. Junto a éste, le siguen varios encapuchados en una perfecta fila que queda acompañada por cánticos y rezos. Portando una vela, así como una pequeña campanilla, la Santa Compaña dará el pistoletazo de salida a su marcha en plena noche, levantando a su paso una densa niebla, viento y por supuesto olor a cera.

Seguramente ahora os estaréis preguntando, “y esa persona elegida para dirigir a la Procesión, ¿Quién es?”. Según explica la leyenda, además de unos pocos elegidos que han presenciado el fenómeno, el mortal que encabeza la hilera de ánimas moría pocos días después - debido a un repentino agravamiento en su estado de salud - o bien traspasaba su cruz al desafortunado testigo que se cruzaba con la Santa Compaña, siendo éste el nuevo “cabecilla” de la Estadea.


Tranquilos, que en caso de que os crucéis con las ánimas en algunos de vuestros periplos por el Camino en la noche, escapar de ella tiene solución. Desde realizar un círculo e introducirnos en él, pasando por tumbarnos boca abajo en el suelo, rezar y la vía más fácil… salir corriendo.

Entre los muchos lugares en los que podemos cruzarnos con la Santa Compaña en una de las siempre mágicas tierras gallegas, las Rías Baixas coruñesas son centro neurálgico para darnos de bruces con lo desconocido.

Por todos es sabido que Galicia es conocida por sus leyendas, siempre a medio camino entre la magia y los cuentos; pero la Procesión de Ánimas se ha ganado a pulso el ser no sólo posiblemente la historia que mayor pasión - y respeto - infunda en nuestro país; sino también una de las que a más oídos ha llegado fuera de España.

Dicho lo cual, nos encontramos con todo tipo de historias a lo largo y ancho de Galicia, pero es especialmente en la zona mencionada líneas atrás, donde el fenómeno cobra mayor importancia y protagonismo. Obviamente, el resto de enclaves de la comunidad gallega son sensibles también a la aparición de la Estadea, pero sin duda las Rías Baixas cosechan el mayor número de avistamientos de los espectros.A todo ello hay que sumar dos noches clave que incrementan las posibilidades de encuentro: San Juan (23 al 24 de junio) y Todos Los Santos (31 de octubre al 1 de noviembre).

Asiduos o no al Camino de Santiago, conoceréis los llamados Cruceiros; las famosas cruces que todo peregrino encuentra durante la travesía en el viaje. Es este uno de los elementos a tener en cuenta en la leyenda pues, a pesar de que hagáis un círculo, recéis o corráis como alma que lleva el diablo… cualquier encuentro con la Santa Compaña debe concluir en un cruceiro. ¿El motivo? Uno de los diferentes significados de este monumento pasa por proteger a los peregrinos que por caprichos del destino ha puesto a la Procesión de Ánimas en su camino.
 
Última edición:
En Gádor, una localidad que hace 111 años contaba con unos 800 vecinos, vivía por aquel entonces un tuberculoso llamado Francisco Ortega, alias «el Moruno». Desesperado porque la enfermedad le estaba carcomiendo los pulmones, se puso en manos de una vecina curandera y por indicación de ésta,entró en contacto con Francisco Leona, un siniestro sujeto con pésimos antecedentes que también se hacía pasar por curandero.Este viudo le recetó a la familia un «sencillo» remedio: «Con que beba la sangre caliente de un niño y con que le pongáis después las mantecas del propio niño sobre la tapa del pecho, ya está curado».Su víctima fue un hermoso niño de siete años. Provistos de un saco, Leona y Julio «el Tonto», uno de los hijos de la curandera, marcharon en busca del niño. Lo encontraron bañándose con otros dos chiquillos de su edad en las cercanías de Rioja. Los despiadados criminales engañaron al pequeño diciéndole que iban a coger brevas y albaricoques y que lo llevaban al cortijo de Araoz, donde estaba su hermano. El muchacho los acompañó voluntariamente, pero «bien por instinto, bien porque el feroz semblante de los que habían de ser sus asesinos llevase retratados los miserables y monstruosos propósitos que les animaban, Bernardo quiso retroceder», Leona, furioso, lo cogió al tiempo que ordenaba a Julio que abriera el saco y metió en él, cabeza abajo, al inocente niño.Tras darle vueltas al saco para que la tela sirviera también de mordaza, cargaron con el niño al hombro hasta llegar a la casa de la repulsiva vieja curandera, que los estaba esperando. el monstruoso Leona, provisto de una navaja de hoja y filo finísimos, abrió una ancha herida en la parte alta del costado, cortándole las arterias que afluyen al corazón». Junto al borde de la herida, el Moruno sostenía la olla donde recogía la sangre de su víctima, que bebió momentos después, creyendo que le salvaría la vida.Leona murió en la cárcel antes de que le dieran garrote vil. Su «cliente» y la curandera fueron ejecutados. José fue sentenciado a 17 años de prisión y su hermano Julio, a la pena de muerte, pero fue finalmente indultado por su demencia.
 

Cinco consejos para evitar que la Santa Compaña te capture en Galicia.​


Según la leyenda, esta procesión de ánimas encabezada por una persona viva visita las casas donde se va a producir una muerte, aunque cruzarse con ella también puede ser fatal. Te explicamos como protegerte para escapar de la comitiva

Una procesión de almas en pena que vaga sin rumbo fijo durante la noche por carreteras, bosques y otras zonas cercanas a los pueblos antes de visitar las casas en las que pronto se va a producir una muerte. Es la Santa Compaña, una tradición gallega que pervive tras siglos pasando de boca en boca y que tiene como momento favorito para aparecer la noche del 31 de octubre al 1 de noviembre, conocida como Halloween o Samaín.

Los muertos de esta procesión de ánimas de origen celta, pero que no fue mencionada por ningún autor hasta los siglos XI y XII, van vestidos con sudarios blancos con una capucha terminada en pico y están descalzos. Caminan formando dos hileras y cada uno de ellos sostiene en las manos una vela encendida que ayuda a percibir su presencia por el olor a cera o incienso que desprende. Otras formas de saber que la Santa Compaña está cerca es por una sensación de frío que lo cubre todo, el ruido de las cadenas que arrastran y los aullidos de los perros, que ladran aterrorizados.

La aparición de la Santa Compaña es siempre una mala noticia. Además de anunciar una muerte que se va a producir pronto, las ánimas también visitan a los vivos para recriminarles sus errores y pueden incluso obligarlos a encabezar la comitiva, lo que los suele llevar a la muerte. La persona viva que va al frente del paseo de los muertos lleva una cruz y agua bendita en las manos y está condenada a vagar con ellos cada noche sin descanso, por lo que va perdiendo peso y llegando a los límites de la extenuación hasta que fallece.


¿ Como evitar a ala santa compaña.?

La persona que dirige la procesión no puede recordar al día siguiente lo ocurrido durante la noche y la única forma de salvarse es delegando su cometido a otra persona. ¿Cómo? Entregándole la cruz que lleva a un hombre o mujer que se cruce con ellos para que se convierta en el nuevo líder de la comitiva. Hay, sin embargo, varias formas para librarse de la Santa Compaña una vez nos percatamos de que estamos en su camino o la persona que la encabeza muestra interés en hacernos entrega de la cruz.

La primera de las maneras de salvarte y una de las más populares es dibujar un círculo en el suelo y acostarte boca a bajo en su interior. Esto evitará que las ánimas se percaten de tu presencia y, aunque pasarán por encima de ti, podrás levantarte una vez estés seguro de que ya está lejos y continuar tu camino.


El momento en el que el vivo que encabeza la procesión te hace entrega de la cruz es muy delicado. Por eso, debes evitar a toda costa cogerla y responder "Cruz tengo" con los brazos abiertos en cruz, lo que lo obligará a seguir adelante con su camino y tú te habrás librado de sustituirlo. Es conveniente, según la tradición, llevar una cruz encima para estar más protegido.

Hay también algunos amuletos útiles para evitar que la Santa Compaña te haga ir con ella. Son los cuernos de escarabajo y el ajo, los cuales debes llevar siempre contigo si quieres evitar tener que hacer frente a una situación complicada.

Los amuletos no son las únicas cosas útiles que puedes portar para no tener que acompañar a las ánimas. Tener las manos ocupadas con un palo, una piedra o cualquier otro objeto dificulta que los muertos puedan darte una de las velas para que los acompañes y que el vivo te haga entrega de la cruz.

Estas son solo algunas de las formas que la tradición nombra como efectivas para escapar de la Santa Compaña. Sin embargo, la mejor y la que menos sobresaltos puede hacerte pasar es también la más sencilla: huir. Si vas caminando y escuchas el ruido de cadenas o hueles el humo de las velas, cambia tu ruta y vete de la zona para evitar encontrarte con estas almas en pena que vagan por las noches en Galicia.
 

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