Sabias que...

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Ahora bien, ¿por qué sucede esto?
Es simple, el agua tiene una tensión superficial, que provoca que se formen gotas de determinado tamaño y que en cierto modo impide que el agua se mantenga unida y no se desprenda de sí misma. Esta tensión superficial es visible al contemplar a un mosquito caminar sobre el agua, sus delgadas patas deprimen el agua, pero no llegan a penetrarla, a esto se conoce como tensión superficial.

Una vez que introducimos jabón al agua, la tensión superficial del agua disminuye, por que lo que es más fácil romper su superficie, creando gotas más diminutas, y volviendo al ejemplo del mosquito, ésta vez sus patas se hundirán.

¿Y si metemos la mano en un barreño con mercurio? El mercurio puro es un líquido en condiciones ambientales, y además de una densidad altísima por lo que tiene una tensión superficial también muy elevada. Esto hace que no nos moje en absoluto, y nos queden las manos totalmente secas. Por ejemplo, cuando se rompe un termómetro se forman bolitas de mercurio, que si su tensión superficial fuera como la del agua, se formarían bolitas más grandes.

La próxima vez que veas el agua piensa en que sí existe algo que moja más que la mismísima agua.
 
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¿A su saliva?… quizá te preguntes, así es. Un nuevo estudio revela que los gatos, las ratas y otros depredadores producen una sustancia química en la saliva con la cual aterrorizan a los ratones.

Los investigadores estadounidenses descubrieron que cuando los ratones detectan este compuesto -que también se encuentra en la orina de las ratas- reaccionan con miedo. De hecho, este compuesto se llama proteína urinaria mayor o Mup (en sus siglas en inglés) actúa en las células de un órgano sensorial especial en los ratones, llamado órgano de Jacobson o vomeronasal.
Tal como explican los científicos en la revista Cell, las Mup provocan una reacción de terror en el ratón. El órgano vomeronasal contiene neuronas que detectan las señales químicas y está conectado a zonas del cerebro involucradas con la memoria, las emociones y la liberación de hormonas. Ya se sabe que en muchos mamíferos el órgano puede detectar feromonas, los mensajeros químicos que comunican información entre individuos de la misma especie. Estas feromonas pueden tener un efecto directo en la conducta de los animales.
Olor del miedo

El órgano vomeronasal contiene neuronas que detectan las señales químicas y está conectado a zonas del cerebro involucradas con la memoria, las emociones y la liberación de hormonas.

Ya se sabe que en muchos mamíferos el órgano puede detectar feromonas, los mensajeros químicos que comunican información entre individuos de la misma especie. Estas feromonas pueden tener un efecto directo en la conducta de los animales.

Pero en el nuevo estudio los científicos descubrieron que en los ratones las neuronas del órgano vomeronasal también se ven estimuladas con las señales químicas que emiten sus depredadores.
Los ratones tienen un órgano especial que detecta señales químicas. En los ratones estas proteínas provocan que el animal exhiba señales de miedo como quedarse "congelado" o mantenerse agachado junto al suelo mientras cuidadosamente olfatea e investiga los alrededores.

Tal como explica la profesora Lisa Stowers, quien dirigió el estudio, el hallazgo "tiene sentido, porque una vez que los animales lograron evolucionar un receptor para un tipo de proteína Mup, los genes subyacentes pueden permitirles evolucionar nuevos receptores capaces de detectar las proteínas que producen otros tipos de animales".

Y evolucionar con un receptor capaz de detectar las señales de sus depredadores les ayuda a evitar ser devorados.

Durmiendo con el enemigo

Pero lo que sorprendió a la profesora Stowers fueron los resultados de los experimentos en los cuales anularon los órganos vomeronasales de ratones y después los pusieron a interactuar con una rata anestesiada pero viva.

Al no poder detectar las proteínas Mup, los ratones, que no tenían experiencia previa de interactuar con ratas, no mostraron ninguna evidencia de miedo. Esto a pesar de que los animales podían ver a la rata frente a ellos.

"Uno de los ratones del experimento -dice la investigadora- se acurrucó y se quedó dormido junto a la rata".

"Así que aún cuando estos ratones podían tocar a la rata y verla respirando, como no tenían el órgano vomeronasal no respondieron con miedo", agrega.
 

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