Los smartphones crecen en rendimiento, capacidad de proceso, incorporan pantallas más grandes y vienen con sorprendentes nuevas funcionalidades. Sin embargo, todavía tienen una gran asignatura pendiente, una deuda que saldar con los usuarios: la capacidad de sus baterías.
En los últimos años hemos asistido al anuncio, muchas veces por todo lo alto, de prometedoras nuevas tecnologías que resolverían el problema de la escasez energética en los móviles de una vez por todas. Nuevos materiales futuristas, modernas técnicas de almacenamiento y nuevas fuentes de energía prometían y prometían autonomías y tiempos de recarga imposibles, pero al final (o al menos por el momento) se han quedado en nada.
El mágico grafeno
Un material que teóricamente sirve para casi todo, desde chalecos antibalas hasta superprocesadores, estructuras aeronáuticas y como no, baterías duraderas y rapidísimas de cargar. O por lo menos eso era lo que se nos prometía allá por 2013 gracias a unos supercondensadores a microescala a base de grafeno.
Con una velocidad de carga y descarga impresionante (se especulaba con unos 5 segundos), afirmaban ser entre cien y mil veces más rápidos que las baterías actuales y con un tamaño tan pequeño que era sólo el de una capa de un átomo de carbono. Vamos, una auténtica maravilla que por el momento se ha quedado en los laboratorios.
La batería que se alimenta de alcohol
Sony presentaba en 2008 uno de los primeros prototipos de pila de combustible pensada para móviles que se alimentaba de alcohol. Y concretamente con metanol, logrando que con 10 ml pudiésemos tener teléfono móvil sintonizando televisión digital durante 14 horas seguidas.
La pila de combustible se combina con una simple batería de polímeros de litio, consiguiendo una potencia máxima de 3W y una durabilidad muy elevada, logrando sólo una disminución del rendimiento del 5% tras 900 horas de uso. ¿El problema? Pues que había que estar recargando con alcohol los móviles, algo bastante incómodo.
Tu movimiento como fuente de energía
¿Por qué no cargar las baterías utilizando nuestro movimiento? Ese es el sueño de muchos grupos de trabajo y empresas del sector. De hecho, en 2012 Apple patentaba un sistema que prometía llevar este tipo de recarga a los futuros iPhone, aunque por el momento se ha quedado en nada.
Más tarde, en 2014, veíamos productos como Ampy, que eran capaces de generar corriente con el movimiento del usuario y almacenarlo en una batería de litio de 1.000 mAh con la que recargar posteriormente el móvil. Con "sólo" 1 hora de montar en bici, 30 minutos de jogging o caminar unos 10.000 pasos tendríamos carga suficiente para alimentar nuestros móviles unas tres horas, y nos pondríamos en forma, claro.
Nanodot y la recarga en 30 segundos
A través de un módulo de carga especial, capaz de suministrar la corriente necesaria a los nanodots, se carga la batería en ese tiempo tan espectacular y además, la naturaleza orgánica del compuesto permite fabricarlo manteniendo su precio bajo control.
¿El problema? Pues que ya se advertía que serían necesarios varios años para poder ver la tecnología en marcha. De hecho, las previsiones más optimistas apuntan a finales de 2016, si es que la teoría llega finalmente a materializarse.
Enevate y el aumento de la densidad energética
El año pasado Enevate, una compañía californiana, presentaba lo que denominaban tecnología HD-Energy, que utilizaba un nuevo compuesto de silicio para conformar los ánodos de las baterías de litio de los teléfonos móviles.
Su principal ventaja era una mayor capacidad de almacenamiento energético en el mismo espacio, es decir, una mayor densidad de energía. La compañía aseguraba que con las tecnologías actuales se pueden almacenar en media unos 372 mAh/g, mientras que con sus nuevos ánodos de silicio tratado se podrían alcanzar los 4.200 mAh/g.
Es decir, sería fácilmente posible que se pudiese multiplicar por 4 la capacidad de las baterías de litio actuales con los mismos ciclos de recarga, o bien reducir en ese factor el tamaño, permitiendo móviles mucho más delgados.
Exprimiendo el ión litio
Logrando un desgaste más lento se conseguiría también que las baterías fueran más seguras frente a los habituales riesgos de sobrecalentamiento e incluso explosión y los teléfonos móviles que utilizasen dicho tipo de baterías podrían tener una autonomía de entre dos y tres veces mayor que tienen los actuales.
Baterías de carbono
Baratas de fabricar, seguras y capaces de mejorar de forma notable tanto la autonomía como los tiempos de carga en móviles y otros dispositivos hambrientos de energía, como los vehículos eléctricos. Pero por el momento siguen en fase de desarrollo.
El gas como combustible para el móvil
Pocos casos de éxito hemos visto que llegasen al mercado con este sistema. Uno de ellos ha sido Kraftwerk, en formato de batería externa y que se cargaba utilizando el gas de los mecheros o del camping-gas y nos permitía recargar la batería de los últimos iPhone unas 11 veces.
Baterías flexibles de aluminio
No solo prometían un alto rendimiento en la carga, también una producción más barata, una vida útil más larga (mantienen su capacidad tras 7.500 ciclos de carga), menor peligrosidad de uso y la posibilidad de doblarse, dando paso así a futuros terminales móviles flexibles. ¿Llegará a tener éxito o también se quedará en nada? Lo veremos dentro de unos años.
Fuente: http://www.xatakamovil.com/futuro/9-tecnologias-de-baterias-que-prometian-mucho-y-no-llegaron-a-nada
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