La Santa Compaña.
Aunque el aspecto de la Santa Compaña varía según la tradición de diferentes zonas, la más extendida es la formada por una comitiva de almas en pena, vestidos con túnicas negras con capucha que vagan durante la noche. Esta procesión fantasmal forma dos hileras las cuales van envueltas en sudarios y con los pies descalzos. Cada fantasma lleva una vela encendida y su paso deja un olor a cera o incienso en el aire. Al frente de esta compañía fantasmal se encuentra un espectro mayor llamado Estadea. Además de estas visiones hay otras leyendas que dicen que se nota un frío intenso siempre que aparece, además del olor y el sonido de cadenas. Además también se dice que los fantasmas son como una niebla.La procesión va encabezada por un vivo (mortal) portando una cruz y un caldero de agua bendita seguido por las ánimas con velas encendidas, no siempre visibles, notándose su presencia en el olor a cera y el viento que se levanta a su paso.
Esta persona viva que precede a la procesión puede ser hombre o mujer, dependiendo de si el patrón de la parroquia es un santo o una santa. También se cree que quien realiza esa "función" no recuerda durante el día lo ocurrido en el transcurso de la noche, únicamente se podrá reconocer a las personas penadas con este castigo por su extremada delgadez y palidez. Cada noche su luz será más intensa y cada día su palidez irá en aumento. No les permiten descansar ninguna noche, por lo que su salud se va debilitando hasta enfermar sin que nadie sepa las causas de tan misterioso mal. Condenados a vagar noche tras noche hasta que mueran u otro incauto sea sorprendido (al cual el que encabeza la procesión le deberá pasar la cruz que porta).
Caminan emitiendo rezos (casi siempre un rosario) cánticos fúnebres y tocando una pequeña campanilla.
A su paso, cesan previamente todos los ruidos de los animales en el bosque. Los perros anuncian la llegada de la Santa Compaña aullando de forma desmedida, los gatos huyen despavoridos y realmente asustados.
Conocida también como
Huespeda, Estadea, Compaña o
Genti de Muerti, la Santa Compaña, su proveniencia está arraigada a las leyendas europeas pertenecientes a la
Edad Media. En ellas se menciona la aparición de un grupo de muertos o almas perdidas ataviados con ropajes de explorador, a lomos de caballos y acompañados por perros rastreadores. Al igual que la Procesión de Almas, su acto de presencia era sinónimo de tragedias, tal y como indicaron varios autores a lo largo de los
siglos XI y
XII en sus escritos.
Lejos de ser un desfile de ánimas, la
Santa Compaña conlleva un significado, un mensaje que debe ser entendido por aquellos que, por desgracia, tienen la “fortuna” de cruzarse con la Procesión. Aunque las personas que han sido testigo de su aparición abundan, la leyenda por todos conocida destaca por el cómo y el qué, siendo éstas las principales características responsables de insuflar respeto ante la sóla idea de cruzarnos con el desfile de espectros.
La Santa Compaña aparece encabezada por una persona viva, un mortal que en sus manos lleva desde una cruz, pasando por un caldero con agua según algunos testigos. Junto a éste, le siguen varios encapuchados en una perfecta fila que queda acompañada por cánticos y rezos. Portando una vela, así como una pequeña campanilla, la
Santa Compaña dará el pistoletazo de salida a su marcha en plena noche, levantando a su paso una densa niebla, viento y por supuesto olor a cera.
Seguramente ahora os estaréis preguntando, “y esa persona elegida para dirigir a la Procesión, ¿Quién es?”. Según explica la leyenda, además de unos pocos elegidos que han presenciado el fenómeno, el mortal que encabeza la hilera de ánimas moría pocos días después - debido a un repentino agravamiento en su estado de salud - o bien traspasaba su cruz al desafortunado testigo que se cruzaba con la
Santa Compaña, siendo éste el nuevo “cabecilla” de la Estadea.
Tranquilos, que en caso de que os crucéis con las ánimas en algunos de vuestros periplos por el Camino en la noche, escapar de ella tiene solución. Desde realizar un círculo e introducirnos en él, pasando por tumbarnos boca abajo en el suelo, rezar y la vía más fácil… salir corriendo.
Entre los muchos lugares en los que podemos cruzarnos con la Santa Compaña en una de las siempre mágicas tierras gallegas, las Rías Baixas coruñesas son centro neurálgico para darnos de bruces con lo desconocido.
Por todos es sabido que
Galicia es conocida por sus leyendas, siempre a medio camino entre la magia y los cuentos; pero la Procesión de Ánimas se ha ganado a pulso el ser no sólo posiblemente la historia que mayor pasión - y respeto - infunda en nuestro país; sino también una de las que a más oídos ha llegado fuera de España.
Dicho lo cual, nos encontramos con todo tipo de historias a lo largo y ancho de Galicia, pero es especialmente en la zona mencionada líneas atrás, donde el fenómeno cobra mayor importancia y protagonismo. Obviamente, el resto de enclaves de la comunidad gallega son sensibles también a la aparición de la
Estadea, pero sin duda las
Rías Baixas cosechan el mayor número de avistamientos de los espectros.A todo ello hay que sumar dos noches clave que incrementan las posibilidades de encuentro:
San Juan (23 al 24 de junio) y
Todos Los Santos (31 de octubre al 1 de noviembre).
Asiduos o no al
Camino de Santiago, conoceréis los llamados Cruceiros; las famosas cruces que todo peregrino encuentra durante la travesía en el viaje. Es este uno de los elementos a tener en cuenta en la leyenda pues, a pesar de que hagáis un círculo, recéis o corráis como alma que lleva el diablo… cualquier encuentro con la Santa Compaña debe concluir en un cruceiro. ¿El motivo? Uno de los diferentes significados de este monumento pasa por proteger a los peregrinos que por caprichos del destino ha puesto a la
Procesión de Ánimas en su camino.