El médico forense que iba a hacer la autopsia y al abrír la bolsa, ve que el hombre tenía un pedazo de ciruelo.
Dice madre mía, ésto es exagerado. Ésto no se puede enterrar sin que lo vea la gente. Ésto es un espectáculo.
Hace zas, se lo corta lo mete en una bolsa y se lo lleva a su casa.
Llega allí y le dice a su mujer:
María, mira esto.
Lo saca, se lo enseña, y dice ésta:
Ay dios mío, no me digas que se ha muerto Paco.