I
Un móvil. Todo comenzó por un móvil. Pensar que ese día de navidad, yo solo quería comprar un móvil nuevo. Poco imaginaba que eso me cambiaría la vida.
Parecía una compra normal; un anuncio en internet, un par de correos electrónicos, una llamada telefónica para concretar el intercambio. Y allí estaba yo, una mañana como cualquiera, comprando un boleto a una aventura sacada de un
libro de Dan Brown. O peor, de Stephen King
Hacia mucho frío, así que como habíamos quedado sobre las 11:00h y eran 10:40h decidí entrar a un bar que había justo en el punto de entrega.
Pedí un café y mientras lo tomaba y esperaba la hora, cogí el periodico y empecé a leer las noticias.
Ojiplático me quede al llegar a la sección de economía....
- ¡Pero que demonios! - exclamé en voz alta, para sorpresa del mesero, que traía un café a mi vecino de mesa.
- ¿se encuentra usted bien, señor?
- si, eso creo - le respondí.
- casi me hace tirar el café. Tenga más cuidado por favor - Me dijo, con cara de reproche. No parecía estar teniendo un buen día. Aunque seguro terminaría mejor que el mío.
- disculpe, no volverá a suceder.
Ya de vuelta al diario, miré de nuevo con asombro esa foto que conocía muy bien. El abrigo negro, la camisa blanca y esa corbata a cuadros que tanto odiaba mi mujer. Si, allí estaba yo, en la portada de la sección de economía, ¡Y a todo color!
Precisamente hoy que había quedado con un extraño para comprar un móvil de segunda mano y va y publican la lista de las 200 personas más ricas de España. Un ranking en el cual aparezco en los primeros puestos. Y ahí estaba yo con mí abrigo, mí camisa y mí corbata. Y yo pensando que cara se le quedará al vendedor sí me ve en el diario, y más después de negociar a la baja un precio para su venta...
Pero bueno, no seamos dramáticos - me dije - a día de hoy nadie lee el periódico, no creo que me toque el raro que sí lo hace. Seguro que la compra sale bien. Claro que aunque así sea... ¿Por qué demonios aparezco yo en el periódico?. Los problemas de uno en uno...
- Que habrá hecho Cindy esta vez! - Me dije mientras ponía la mano en el bolsillo. Pero claro, no había móvil, si por eso estaba aquí yo, para comprar uno nuevo. Cindy era mi secretaria. Muy simpática y trabajadora la chica, pero a veces un poco corta de sentido común. De seguro habrá metido la pata en algún lado, porque ni yo he compartido esta foto públicamente - mi mujer me mataría! - ni tampoco soy el millonario numero 7 de España (O al menos eso dice mi declaración de impuestos...).
Ya se había hecho la hora de la cita, y no quería que el periódico estuviera a la vista, así que lo puse en mi bolsa, me termine el café, y salí afuera a encontrarme con el destino.
El viento se oía ulular entre los sauces del cercano parque. Cortaba la cara sin piedad, obligándome a bajar la cabeza con intención de defenderme. Cuando iba a mirar mi reloj para comprobar cuanto faltaba para mi cita, las campanas de la cercana torre empezaron a sonar...1...2....3....-Cuantas veces habré oído sonar estas campanas-...4...5...6...-Pero hoy, no sé-...7...8...9...-Suenan raras, ¡bah! Será cosa mía-10,11,12...
-¡12, han sonado 12!
Miré mi reloj de muñeca y marcaba las...11..claro como debía ser.
-Estoy demasiado nervioso, está siendo un día raro, pero solo se habrá equivocado...el ordenador que pone a sonar el sonido de las campanas...ya que hace años que no hay campanero...que raro que se equivoque. Y el sonido...si es grabado, y yo diría que ha sonado más lúgubre de lo habitual.
Habían unos 100 metros desde la puerta del café hasta la banca a la entrada de la estación, así que desde aquí ya podía ver a mi contraparte.
- Un tipo normal - me dije en mis adentros, tratando de reponerme. - Y no tiene pinta de leer periódicos
Estatura normal, un poco pasado de peso, piel mas bien blanca y el cabello un poco desaliñado. Nada delataba los secretos que guardaba.
También miró hacia el café y cruzamos miradas. Ya no había vuelta atrás, nos habíamos reconocido.
Con exagerada lentitud sacó algo del bolsillo. Era su móvil, o mi futuro móvil, al taparlo con su enorme mano era difícil distinguirlo. Distraídamente comprobó la hora, miró el reloj de la torre y no pareció sorprenderle que fueran diferentes. Mientras se acercaba podía oír como arrastraba los pies por el suelo. Jadeaba, como si viniera cansado de algún esfuerzo reciente.
Una vez a mis pies susurro mi nombre, yo asentí con la cabeza, dando señales de que sí, era yo el comprador.
Al mostrarme el móvil puede ver en su muñeca un extraño tatuaje en forma de tribal, un pequeño escalofrío recorrió mí cuerpo al observar el dibujo en su piel...
Estaba seguro que lo había visto en otra parte, Pero donde?
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