Chistes...

Espantoso dolor de cabeza
Pancho tenía mucho éxito en su carrera, no tenía problemas económicos y era muy querido por sus amigos. Sin embargo, con el tiempo empezó a sufrir dolores de cabeza, ligeros al principio, pero que fueron aumentando de intensidad hasta llegar a ser insoportables.
Cuando su salud, su trabajo y su vida amorosa empezaron a ser afectados por este problema, Pancho se decidió a consultar con un médico.
El especialista lo examinó, realizó varios análisis, le tomó radiografías, muestras de sangre, de heces, de orina, y por fin le dijo:
Le tengo una noticia buena y una mala. La buena es que puedo curarle sus dolores de cabeza. La mala es que para hacerlo tendré que castrarlo.
Usted sufre una rara condición en la que sus testícul#s oprimen la base de su columna vertebral, y eso es lo que le causa dolores de cabeza.
La única manera de remediarlo es removiendo sus testícul#s. Pancho quedó anonadado y deprimido, pero sus jaquecas empeoraban día con día, y preso de la desesperación decidió someterse a la operación.
Al salir del hospital, el dolor de cabeza había desaparecido por completo, pero se sentía abatido y desanimado, como si le faltara una parte de sí mismo (obviamente).
Caminando por un parque, se puso a reflexionar, y decidió que, puesto que se sentía como una nueva persona, empezaría su vida de nuevo, disfrutándola a cada momento.
Animado, pasó frente a una sastrería. “Eso es lo que necesito” – se dijo a si mismo, “… para empezar: un traje nuevo”. sí que entró en la tienda y le dijo al vendedor que necesitaba un traje nuevo.
El vendedor lo observó por un momento y dijo:
Muy bien, es talla 44. ¡Exacto! ¿Cómo lo supo? Es mi trabajo, – repuso el vendedor. Pancho se probó el traje, y le quedó perfectamente.
Mientras se observaba en el espejo, el vendedor le dijo:
¿Qué le parecería una camisa nueva?
Pancho lo pensó por un momento, y respondió:
Claro, ¿por qué no?.
Veamos, necesita una 34 de mangas y dieciséis de cuello.
¡Exacto! ¿Cómo lo supo?
Es mi trabajo, – repitió el vendedor.
Pancho se probó la camisa, que le quedó muy bien. Mientras se veía en el espejo, el vendedor le dijo:
– Le convendría tener también zapatos nuevos.
Pancho estaba cada vez más animado. Por supuesto, – dijo.
El vendedor echó un vistazo a los pies de Pancho. Deben ser de talla nueve y medio.
Pancho estaba asombrado. ¡Exacto! ¿Cómo lo supo?

Es mi trabajo,- respondió el vendedor.
Mientras Pancho admiraba sus zapatos nuevos, el vendedor le preguntó:
¿Desearía también ropa interior nueva?
Pancho lo pensó por un segundo, pensó en la operación que acababa de sufrir, y dijo:
De acuerdo.
Muy bien, debe ser calzoncillo de talla treinta y seis.
Pancho se rió:
No, amigo, se equivoca, he usado talla treinta y cuatro desde los dieciocho años.
El vendedor negó con la cabeza.
No es posible que use treinta y cuatro. El calzoncillo sería demasiado apretado.
¡Le presionaría los testícul#s contra la base de la columna vertebral y le produciría un terrible dolor de cabeza!.
 
4.jpg

Es que el nombre lleva a confusión. :tearsofjoy:
 
Primer día de trabajo como taxista
Un pasajero le toca el hombro al taxista para hacerle una pregunta.
El taxista grita, pierde el control del vehículo, casi choca con un camión, se sube a la acera y se mete en un escaparate haciendo pedazos los vidrios.
Por un momento no se oye nada en el taxi, hasta que el taxista dice:
– Mire amigo, ¡jamás haga eso otra vez! ¡Casi me mata del susto!
El pasajero le pide disculpas y le dice:
– No pensé que se fuera a asustar tanto si le tocaba el hombro.
El taxista le dice:
– Lo que pasa es que es mi primer día de trabajo como taxista.
– ¿Y qué hacía antes?
– Era chofer de carroza funeraria durante 25 años.
 
Mendigo pide dinero para cenar
Un hombre al salir de su trabajo caminaba por la avenida camino a su casa.
Cuando fue abordado por un vagabundo sucio y maloliente que le pidió un par de dólares para la cena.
El hombre sacó su billetera, cogió un puñado dólares y preguntó:
“Si te doy este dinero, ¿comprarás licor?”
“No señor, dejé de beber hace muchos años”, dijo el mendigo.
“¿Lo usarás para el juego y las apuestas?”
“No juego. Dejé de jugar y apostar hace mucho tiempo”, dijo el vagabundo.
“Entonces, ¿gastaras el dinero en tabaco?”
“No señor, ¡No he fumado desde hace 19 años!”
El hombre dijo: Bueno, no voy a darte nada de dinero entonces.
Entonces, te llevaré a mi casa para disfrutar de una deliciosa comida casera cocinada por mi esposa.
El vagabundo estaba asombrado y dijo:
“¿No se pondrá furiosa tu esposa contigo por hacer eso?
Sé que estoy sucio, no me he bañado en varios días y probablemente huelo bastante mal”.
El hombre respondió:
No pasará nada amigo, solo quiero que mi esposa vea lo que pasa con un hombre que ha dejado de beber, de apostar y de fumar.
 
Enfrentamiento en el matrimonio
Un tipo y su esposa estaban en oposición en algunos temas del hogar, terminaron peleando y dejándose de hablar.
Algunas horas después, en la noche el tipo se acordó de repente que necesitaba que su mujer lo despertara al día siguiente a las cinco de la madrugada para que pudiera llegar a tiempo al terminal del aeropuerto.
Como no quería ser el primero en romper el silencio, le escribió en un papel con lo siguiente:
“Por favor, despiértame a las cinco de la mañana.”
Y dejó la nota sobre la mesita de noche.
A la mañana siguiente, el hombre se despertó y descubrió que eran las nueve en punto y había perdido el vuelo.
Saltó de la cama furiosamente y descubrió por qué su esposa no lo había despertado y se encontró con una nota en su mesita de noche.
La nota decía:
“Son las 5 en punto, despierta”.
 
Penosa cita a ciegas
Una pareja que no se distinguían, anteriormente se habían reunido en un bar, esta “cita a ciegas” había sido organizada por amigos en común.
Pedro después de estar con ella toda la noche, ya no pudo soportar estar ni un minuto más con su cita a ciegas.
Anteriormente, había dispuesto en secreto que un amigo lo llamara por teléfono a cierta hora para que tuviera una excusa para irse si algo así sucedía.
Y así ocurrió, el amigo llamó y él se retiró de la mesa para contestar la llamada.
Cuando regresó a la mesa tras la “llamada”, bajó los ojos, puso una expresión sombría y dijo:
“Tengo malas noticias Karla, mi abuelo acaba de morir y tengo que marcharme de inmediato”.
“Gracias a Dios”, respondió ella.
“¡Si el tuyo no hubiera muerto, habría tenido que hacerlo el mío!”
 
Las super gafas increibles
Gilberto, quien andaba de viaje en Japón, se compra un par de gafas de última tecnología de punta que permiten ver a la gente sin ropa.
Se las pone y ve pasar a una y a otra. Todas sin ropa.
Estaba encantado.
Se las pone, sin ropa.
Se las quita, vestidas.
Se las pone, sin ropa.
Se las quita, vestidas.
¡Por Dios, qué gafas tan geniales!
Incluso adelantó el viaje de vuelta a casa para enseñarle a su mujer la novedad.
En el avión, se siente enloquecido viendo a las azafatas en pelota picada.
Se las pone, sin ropa.
Se las quita, vestidas.
Se las pone, sin ropa.
Se las quita, vestidas.
Cuando llega a casa, y antes de abrir la puerta, se coloca las super gafas, para ver sin ropa a su mujer María.
Abre la puerta y allí está ella, su querida esposa, con Paco, su mejor amigo. En el sofá. ¡Sin ropa!
Se quita las gafas, sin ropa.
Se pone las gafas, sin ropa.
Se las quita… Sin ropa.
Se las vuelve a poner… Sin ropa.
Y no puede evitar un grito desgarrador:
– ¡Maldición! ¡¡¡Nuevas y ya no funcionan!

¡¡¡Chinas tenían que ser!!!!
 

Del blog

¿Ha terminado la locura de añadir tantas cámaras a los móviles?

  • Si

  • No

  • No lo se

  • Ya me gustaría...

  • Ya te gustaría...


Los resultados solo son visibles tras votar.
Atrás
Arriba